|
||||||||||||
II. Fontanares del JazzA pesar del claro y definido origen afroamericano del Jazz, problema que ya no admite ser llevado a la arena de la polémica, no cabe la menor duda de que esta escuela musical ilustra cabalmente el melting pot , el crisol de razas que son los Estados Unidos. Y no resulta azaroso que así sea, toda vez que en el amplio cauce del género confluyen los diferentes afluentes musicales y sociales del pasado cultural y de las tradiciones artísticas, así como las distintas ramas del cancionero afro norteamericano. En su alambique, el jazz destila la esencia de diversas corrientes culturales que todavía hoy son susceptibles de ser identificadas, no obstante el grado de fusión alcanzado a lo largo del extenso proceso de gestación y desarrollo por el cual ha pasado. Desde luego que una de las facetas más vigorosas e importantes que contribuyeron a insuflar la vida del jazz es la que proviene de la tradición del África occidental, no sólo al proporcionarle directamente varios de los típicos elementos de la música surgida en esas ricas zonas del continente de ébano, sino al brindarle las posibilidades de efectuar una “reinterpretación – como se dice en términos antropológicos – de viejos valores culturales, enfocados a la luz de una tradición extraeuropea, la tradición africana. Sin embargo, cuando el investigador recorre los senderos de su historia para llegar a las raíces de su génesis, se percata de que se revela un grado de complejidad que a primera vista no se advierte. Porque la música sincopada no es hija de una sola cultura. Hacia el vértice de su cuerpo melódico, tímbrico, armónico, rítmico y expresivo converge una serie de rutas musicales que gravitan poderosamente en la gestación y en el desarrollo del complejo jazzístico. Entre las principales figuran las siguientes: la música vocal e instrumental del oeste de África; la música cultivada a través de diversos miembros organográficos en la plaza del Congo de Nueva Orleáns; con sus respectivos influjos provenientes de la música afrocubana y haitiana; las canciones seculares afro norteamericanas, cantos de trabajo, hollers y blues; la música instrumental de los negros estadounidenses; los cantos litúrgicos: sermones y spirituals, los himnos religiosos de las blancos; los cantos vinculados con los rituales del vodou; las canciones de los menestrales o mistrel shows; el ragtime pianístico; la música popular de origen extranjero, etc. Porque el jazz representa un epítome de las distintas especies musicales afro norteamericanas, expresadas con instrumentos de origen europeo –salvo el banjo --, aunque enfocada su ejecución bajo el reflector de la tradición africana. Dentro de la rama secular del folklore afro norteamericano que trasmitió sus jugos a las raíces del jazz, las canciones de trabajo ocupan un lugar de señalada significación. De extraordinaria semejanza con sus similares del África occidental, sus melodías pentatónicas que se cantan con inconfundible timbre africano y muchas de las cuales integran el temario clásico del género, exhiben diversas peculiaridades que se advierten también en la música sincopada.- Del Libro Orígenes y esencia del jazz Néstor R. Ortiz Oderigo Editorial Columba SACI Bs.As. 1959 |
||||||||||||
Indice
|
||||||||||||